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10 julio 2006

Silistra - Acogido


Va con unos cuantos dias de retraso, pero empiezo por el principio.
Por fin sali de Varna, en direccion hacia Silistra, en el ultimo cachito de Danubio que tiene Bulgaria. Silistra es un simple pueblo agricola lejos de todo y sin ningun monumento especial, pero alli habita un americano que conoci en el "Sofia Hostel" (el que llevaba anyos ensenyando ingles) y que me dijo que pasara a visitarlo. Ademas pense que seria un estupendo interprete para arreglar el tema de los frenos.

De camino, me encontre con un minusculo cartelito que indicaba un complejo tracio de cuevas-templo, y decidi acercarme. Nada del otro mundo aparte de centenares de lagartijas tomando el sol en las rocas, pero de vuelta del complejo a la carretera principal decidi pararme en la aldea de al lado a hacer fotos de casas tipicas. En esto que de una de las casas sale una "baba" (abuela) y me empieza a hacer senyas.
Lejos de estar molesta, la senyora (Penka) estaba encantada de que su casa fuera interesante para un turista venido del mundo exterior (es mas, me pidio que le hiciera fotos a ella misma), asi que me hizo pasar adentro. Me ensenyo las habitaciones (que eran tan tipicas y tradicionales como el exterior), y luego insistio en invitarme a tarta y un refresco. Alli tuvimos una de esas conversaciones tipicas con los lugarenyos, que incluyen forzosamente las "Tres Grandes Preguntas": De donde vienes? Como es que sabes bulgaro? No estas casado? Sin embargo esta charla fue un poco mas larga de lo usual, y comentamos temas tan interesantes como la diferencia salarial en ambos paises, o la existencia de moscas en ambos paises. Finalmente quedo tan encantada que insistio en regalarme un sirene (queso fresco) hecho por ella asi como varios kilos de albaricoques de su huerta. Me encanta este tipo de experiencias...

Una vez en Silistra me encontre con Rob, que aunque menos entranyable que la "Baba Penka", resulto ser un estupendo anfitrion. Me ensenyo Silistra (que tiene un estilo "europeo" marcadamente diferente de otras regiones de bulgaria), y sobre todo me ayudo con el tema del taller y los frenos, aunque ello implicara recorrer toda Silistra buscando pastillas para un modelo de coche tan exotico (en Bulgaria) como el mio. He de decir que contribuyo mucho a tener una estancia amigable (pues antes apenas nos conociamos) el hecho de que el fuera un apasionado de Hemingway y los Sanfermines, asi como de los juegos de ordenador y de rol (cuando dos frikis se encuentran en un lugar tan remoto como Silistra, la sensacion es indescriptible).

En la foto: Los tranquilos paisajes de Dobrudja.